En muchas culturas, el beso social se utiliza como forma de saludo. De allí que algunos padres obliguen a sus hijos a socializar bajo esta norma. Lo que en ciertos casos genera que el niño asuma la actitud de no dar besos a conocidos o extraños.
Para los niños en edades tempranas, dar un beso está asociado al cariño. Ellos aprenden a besar a sus padres como un acto espontáneo de amor. Lo que resulta completamente opuesto ante un desconocido.
Antes de obligar a un niño a dar un beso a un extraño o incluso a un familiar, es conveniente preguntarle si se siente cómodo haciéndolo. Los adultos eligen entre saludar con un beso o con la mano. Lo mismo debe aplicar para los niños.
El proceso de crecimiento de un niño parte del aprendizaje de conocer y establecer límites. Esto también tiene que ver con establecer límites afectivos. Es importante que los niños aprendan que tienen derecho a decidir si quieren ser cercanos con alguna persona.
Erróneamente los padres creen que, al negarse al beso, sus hijos son maleducados. Pero existen otras maneras de mostrar educación, incluso para los más pequeños. Saludar al llegar, estrechar la mano o dar una palmada en la espalda son también formas de educación aceptadas.
No dar besos es más que una actitud
Es recomendable que todo padre tenga conversaciones con sus hijos sobre el cariño y la educación. El cariño debe darse como una forma espontánea al sentimiento. Mientras que la educación demuestra el respeto a terceros.
A pesar de que un niño debe tratar con respeto a los adultos, no está obligado a ser afectuoso si no lo desea.
No necesariamente la educación y el cariño deben convivir a partes iguales. Por lo que los menores no deben ser obligados a dar besos o abrazos sin consentimiento. Esta puede ser la manera en que ellos establecen sus límites a lo desconocido.
Algunos especialistas coinciden en que la obligación a dar besos puede hacer vulnerables a los niños. La mayoría asume una actitud complaciente por tratar de ser cariñosos o educados. Esta actitud expone al niño al abuso o acoso.
Por lo general, los abusos a menores ocurren con personas cercanas al niño. Esto puede ser una consecuencia a la complacencia del menor por ser “afectuoso”. Siendo obligados a dar afecto, no saben decir no al contacto físico.