Llorar es un comportamiento absolutamente natural que actúa como mecanismo fisiológico que limpia y protege los ojos frente a determinados elementos externos, como polvo o partículas en suspensión. Pero, además, tiene beneficios a nivel psicológico.
«En el aspecto psicológico y de sus beneficios, la acción de llorar se produce ante situaciones que implican intensidad emocional», indica en una entrevista con Infosalus el psicólogo especialista en Psicología Clínica Francisco Conesa Beltrán.
La intensidad emocional de la que habla el experto puede estar producida por «acontecimientos relacionados con tristeza o afrontamiento de situaciones dolorosas referidas a nosotros mismos o a personas de nuestro círculo cercano», continúa el psicólogo. Por ejemplo, la pérdida de un ser querido, una ruptura de pareja, una enfermedad grave de un familiar o amigo.
Pero no sólo se llora de tristeza o pena. «Por otro lado, también existen situaciones donde hay una fuerte emoción positiva, de alegría, de satisfacción personal y que también se acompañan de lágrimas», recuerda Conesa.
Pero este último aspecto del llorar puede generar confusión. «Siempre se ha asociado llorar con vivencia de situaciones tristes, y la persona que llora ante una situación de alegría puede interpretarlo como un contrasentido», continúa el psicólogo especialista en Psicología Clínica, que, insiste en que «llorar ante una situación de logro o satisfacción después de haber realizado un importante esfuerzo para alcanzar un determinado objetivo es algo totalmente normal y relacionado con una emoción intensa en su aspecto positivo».
En este contexto, a juicio del experto, el beneficio psicológico más evidente de llorar es que «permite un desahogo, un alivio ante la emoción experimentada, negativa o positiva, y que, en este sentido, el llorar da paso a una relación física», continúa Conesa.
Es cierto que llorar no va a solucionar las situaciones de carácter doloroso que provoquen el llanto. Pero «sí que va a permitir volver a estar en disposición de seguir adelante e ir afrontando el devenir diario», destaca el Conesa. «En el plano de una experiencia emocional positiva intensa, el llorar lleva asociado un relajamiento físico, a la vez que un sosiego mental», resume el psicólogo.
LA FUNCIÓN SOCIAL DE LLORAR
Llorar tiene, además, una función social. «Un aspecto destacable del llorar tiene que ver con el efecto que causa en los otros es decir, con su función social», explica Conesa, que menciona cómo los bebés lloran para expresar «su necesidad, fisiológica o psicológica, de ser atendidos».
En cuanto a los adultos, llorar «indica que podemos precisar ayuda y predispone a quien se encuentre a nuestro lado a proporcionar consuelo o ayuda. En este aspecto, su función social tiene que ver con la atenuación del malestar que observamos en alguien y la manifestación de comportamientos empáticos con los otros», concluye Conesa.