Acostúmbrate a no esperar nada de nadie

Uno de los mayores inconvenientes que presentamos en medio de nuestra dinámica de vida, es que solemos esperar determinadas acciones de los demás. Lo cual nos coloca en una posición con una alta tendencia a la frustración y a la decepción por no recibir lo que esperamos.

Reprogramemos nuestra mente

Podríamos decir que casi todos nosotros resultamos buenos candidatos para una reprogramación mental, sustituyendo la actual, con tendencia al drama y a la complicación, por una que nos permita disfrutar mucho más de la vida y sus componentes.

Cuando estamos esperando algo de alguien, además de predisponernos en cuanto a lo que recibiremos, ocupamos un poco de nuestro tiempo y nuestras energías en el asunto. Mientras que si no esperamos nada de nadie, podemos andar con un poco más de libertad sin el peso de verificar si recibimos o no aquello que esperamos.

Todos esperamos partiendo de lo que somos

Cada uno de nosotros tiene un criterio, tiene una personalidad que en gran medida corresponde a condiciones particulares, a creencias, a crianza, a contacto con personas que de alguna manera influyen en nosotros y a partir de allí creamos nuestros patrones de conducta. No solo creamos nuestro patrón, sino que creamos aquel en el que debe encajar el resto del mundo, en especial nuestras personas más importantes.

Luego lo que esperamos del otro, está determinado por lo que nosotros haríamos o al menos pensamos que haríamos estando en su lugar. Lo cual ya le ofrece un factor relativo importante. Todos somos diferentes y en términos generales, todos estamos más o menos en lo mismo, buscando cosas comunes, pero con recursos distintos y a partir de los recursos de cada quien, de sus herramientas y de lo que los define, cada persona entregará al otro lo que considere, que no necesariamente coincidirá con lo que con lo que el otro espera.

Permitamos a los demás ser

Una de las claves de la felicidad es permitir que el otro sea como es, sin juzgarlo y sin pretender cambiarlo. Lamentablemente muchos nos creemos dueños de la verdad y bajo el velo de “quiero lo mejor para ti”, podemos influenciar, presionar e inclusive manipular a quienes estén a nuestro alcance, con el fin de dirigirlos a que encajen en nuestras expectativas.

Cada quien tiene una manera de ser, de dar, de amar, que no coincida con la nuestra no quiere decir que esté mal, solo es diferente y cada quien tiene el derecho de ser respetado por lo que es. Así como a nosotros nos gusta ser respetados por lo que somos y sin ánimos de decepcionar a nadie, vamos por la vida intentando dar lo mejor, aun cuando esto no llene las expectativas de quien espera algo de nosotros.

No más decepciones

Nos decepcionamos cuando alguien no nos ofrece lo que queremos y la invitación es justamente a dejar de esperar algo de alguien. Si recibimos algo que nos agrada, estaremos gratamente sorprendidos y si no recibimos nada o lo que nos ofrece no coincide con lo que nos agrada, tendremos mucho menos riesgo a decepcionarnos, porque sencillamente no estábamos esperando algo.

Amemos desde la libertad, sin expectativas y permitamos al otro vivir esa experiencia… El esperar algo de alguien es una manera de ajustarlo forzadamente a nuestras expectativas y esto no tiene nada que ver con libertad. Evidentemente, si lo que recibimos dista de lo que queremos en nuestras vidas, también esa libertad se hace presente, para nosotros poder cerrar algunas puertas e inclusive abrir otras que nos muestren un camino distinto.